ARTE, JUEGO Y
CREATIVIDAD
Enrique Espinoza
Pinales
El
artista es el insumiso de las mazmorras educativas, es el eterno gnomo que
defendió con gritos y patadas el viejo tambor de hojalata para preservar el
mundo de la imaginación y la fantasía, para poder crecer con alas vigorosas en
el mejor mundo posible.
El
artista conserva en su interior a un niño que le permite disfrutar intensamente
el acto creador, por eso se desatiende tan fácilmente de los asuntos triviales
de la existencia. Como contraparte todos los niños al practicar de manera
natural y espontánea la creatividad manifiestan un espíritu artístico.
El
juego es la manifestación más importante de la conducta infantil. El juego es
energía que se despliega a través del movimiento, pero también es necesidad de
expresión que se da de manera natural y espontánea en la que el niño manifiesta
los rasgos esenciales de su personalidad, reafirma su individualidad
reconociéndose a sí mismo en una relación dinámica con los demás y con el
medio. El juego es una experiencia vital para el ser humano y en este terreno
los grandes maestros son los niños.
El
juego tiene una carga poderosa de creatividad, es la forma más dinámica de
interacción e interrelación humana en un ambiente de libertad, provoca una
agudización de los sentidos y es una manera de conocer al ser humano y
reconstruir su universo.
José
Gordillo, en su obra “Lo que los niños enseñan al hombre” afirma que el juego
es un dialogo abierto con las vicisitudes de la vida. Efectivamente, el niño a
través del juego entra en relación con el mundo que le rodea, con su propia
existencia y la de los demás y va dotando de significado su experiencia
mediante la elaboración de códigos con los cuales se apropiara conceptual y
perceptivamente de este mundo.
Cesar
Lorenzano en su investigación sobre la estructura psicosocial del arte analiza
la relación entre arte y juego. Señala
que gran parte del placer del proceso creativo radica en recorrer sus
operaciones interiores fundamentales, en exteriorizarlas y en conocerse a sí
mismo al objetivarlas. El artista al recorrer paso a paso el proceso creativo
establece una comunicación intima con el material con el que trabaja, dominando
y transformando el material que a la vez le permita comunicar su mundo interior
a través de este, en el proceso de dar forma también construye un código con su
propio significado y se reencuentra con el placer del juego.
Tanto
en el acto creador artístico como en el juego se ejercitan las estructuras de
la personalidad en todas sus potencialidades en confrontación y comunión con el mundo exterior, se ponen en
acción esquemas afectivos, que permiten una apertura hacia el exterior que se
objetivan en la obra artística, este es precisamente el carácter catártico del
arte y del juego. Sin embargo, a pesar de los rasgos comunes no existe una
identidad total entre arte y juego, en el arte existe la producción de un
objeto nuevo, cosa que no necesariamente ocurre en el juego.
El
niño es un artista potencial, vive y aprende a través del juego, y el juego es
esencialmente una experiencia creativa con grandes coincidencias con la
actividad artística. El niño, en sus primeros años recurre a la imaginación
para intentar explicarse lo que le rodea y le provoca curiosidad. Su lenguaje
recurre a las metáforas para reconstruir su mundo, para ponerle nombre a
aquello que no lo tiene, para definir las cosas y establecer relaciones entre
ellas, en suma para hacerlas presente y dotarlas de un significado. Nos dice
Aurora Elizondo Huerta que “la metáfora es un instrumento que nos permite
entrar al mundo del sentido traspasando los limites de la forma literal del
lenguaje; con base en ella la mente expresa relaciones que trascienden los
sentidos primeros a través de los cuales percibimos el mundo”
Se
afirma frecuentemente que un niño que no juega es un niño enfermo. Si la misión
de la escuela es formar de manera integral la personalidad de los niños y aún
no reconoce la necesidad de incorporar el juego y el fomento a la creatividad
como recursos imprescindibles en esta tarea, entonces tenemos que deducir que
la escuela es una institución enferma.